Dicen que hoy es el Día Internacional de la Mujer Emprendedora

Puntos suspensivos dorados

Dice la reputadísima web diainternaciolnalde.com que hoy, 19 de noviembre, se celebra el Día Internacional de la Mujer Emprendedora. En teoría, es una efeméride instaurada por Naciones Unidas, pero por más que buscamos una fuente fiable que nos confirme tal cosa, no la encontramos. Dicen, por tanto, que hoy es el Día Internacional de la Mujer Emprendedora con la misma autoridad con la que se proclama el día mundial de la felicidad (WTF) o el día de las zapatillas de distinto color (totally true). O sea, que este día tal vez no exista. Pero ya que es 19 de noviembre y nosotras somos mujeres y también somos emprendedoras (palabra que detestamos por motivos que se exponen a continuación); aprovechamos la excusa para retomar nuestro maltrecho blog y contaros algunas cosas que pensamos y hacemos.

Mujeres

Que seamos mujeres es solo una casualidad, una combinación genética que nadie ha decidido.

Ahora bien, decir que somos mujeres supone, sorprendentemente, toda una declaración de intenciones. No somos tías, ni chicas, ni chavalitas, ni chiquitas, ni niñas, ni unas nenas muy apañadas. Resulta que somos mujeres. Nombrarnos así no nos envejece; simplemente denota una realidad. Antes éramos muy jóvenes o muy ingenuas o muy modernas y no entendíamos que se podía ser mujer y, además, seguir siendo todo eso y mucho más.

La gran sorpresa aquí es que lo que para nosotras -y para miles como nosotras- supone simplemente un paso lógico de madurez (nombrarnos como adultas); para muchos otros es una reivindicación. Y esto nos lleva al siguiente punto.

Emprendedoras

Cuando montamos esta aventura llamada Sábado recibimos muchas muestras de apoyo (gracias, siempre gracias) y más de una felicitación. Curiosamente, uno de los formatos más comunes de estas alabanzas solía ser: “qué guay, mujeres jóvenes emprendiendo, eso es lo que necesita el mundo”.

La primera vez que escuchamos algo del estilo nuestra cara fue un poema. ¿Qué más daba que fuésemos mujeres? ¡Era pura casualidad! Ninguno de los requisitos para formar parte de la cooperativa era el género. Os reconocemos ahora que casi nos ofendía que lo llamativo de nuestra empresa fuese nuestra anatomía, no la forma en la que hacíamos las cosas.

Y además de señalarnos como mujeres, también lo hacían como emprendedoras. Vale, sí; la definición del verbo emprender se ajusta a lo que estábamos haciendo: acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro. Pero la verdad es que sigue sin gustarnos demasiado la palabra, ya que parece llevar aparejada una actitud o un empuje que no nos representa del todo. Y es que para nosotras emprender no fue una opción: era lo único que se podía hacer si queríamos vivir de lo que sabíamos hacer bien.

Después de tres años, vemos que esto de emprender nos ha traído más alegrías que dolores, pero no somos capaces de animar alegremente -como hacen muchos- a que todo el mundo opte por un camino tan complicado.

Mujeres emprendedoras

Pero recapitulemos, que nos vamos por las ramas:

Estábamos en que no nos gustaba el calificativo “mujeres emprendedoras”. Pero han pasado el tiempo, el trabajo, el sudor, las lágrimas y hasta el dolor y la gloria; y no podemos estar más orgullosas de reconocer un error.

Decía Gloria Fuertes: “Yo he sido feminista desde que era una niña, pero no lo he sabido hasta bien pasados los cincuenta años, creo que fui la primera mujer que se recorría Madrid en bicicleta, y que iba con falda-pantalón primero y pantalón sin más después, y con corbata, una cosa delirante. Y jugaba al fútbol, al baloncesto, al hockey sobre todo… eran cosas que estaban muy mal vistas. Yo lo hacía porque me gustaba, pero ahora veo que era un poco rebelde, supongo que siempre lo he sido”.

Salvando las distancias y con mucha menos transgresión, podemos decir que algo parecido nos ha pasado a nosotras. Y no queremos esperar hasta los 50 para darnos cuenta de que somos feministas. El momento es ahora.

Nuestro día a día nos ha demostrado que no solo son necesarias las mujeres que hacen cosas por sí mismas de una forma natural, sin plantearse qué hacen y si lo que hacen es “normal” para su “género”. Resulta que es todavía más necesario nombrarlas (nombrarnos), visibilizarlas (visibilizarnos). Por lo menos, hasta que de verdad sea “normal” que haya mujeres emprendedoras.