Mujeres, publicidad y viceversa

Puntos suspensivos dorados

¿Es la publicidad la que moldea a la sociedad? ¿O es la sociedad la que dicta los códigos sobre los que se construye el discurso publicitario?

Sea como sea, la realidad es que, a fin de cuentas, somos lo que se valida por todos, lo que se entiende como normal. Y en ese sentido, la publicidad tiene una GRAN responsabilidad:

  • Por la reconstrucción idealizada que traslada de la realidad.
  • Por su alcance de masas.
  • Por la frecuencia con la que se emite un mismo mensaje (erre que erre).

Por eso, en un momento en el que el feminismo está tomando tanta fuerza dentro de nuestra sociedad (llegando, en muchos y frustrantes casos, a la banalización mainstream), no podemos entender que ciertos anunciantes y agencias sigan apostando por códigos-prejuicios en torno a la imagen de la mujer para hacer spots fáciles.

Si, no estamos en extremos como el del célebre spot de coñac Soberano de los 70, pero comparando ambas épocas de la sociedad, el discurso sexista es bastante proporcional.

Para muestra, 8 botones para el 8 de marzo:

Luvabella es como un bebé de verdad, la llevo a todas partes, hasta que nos caigamos las dos en la brecha salarial.

Hazte un selfie, estás total.

Llorando como la hermana de Babyborn.

Porque las tías no cagamos.

Solo para chicas. Por eso sale una chica perreando.

No puedo ir a la playa porque tengo pelos y además soy tonta.

Madre no hay más que una (aunque debería haber 8).

A Dios pongo por testigo de que nunca seré gorda.

Imagen de portada: Kalamazoo Wood and Coal Ranges, por Don O’Brien